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Historia de Villapalacios. Temas.

 

‘Recuperación’ de la hermandad del Santo Cristo
de la Agonía de Villapalacios en 1944

Tras la Guerra Civil la localidad, de la mano del sacerdote Valentín Moreno, refundó la cofradía vinculada con el culto a la Vera Cruz. Podían formar ingresar personas, de 25 a 60 años, que pagaban una cuota de 5 pesetas anuales. En la fiestas patronales de ese año se realizaron hasta tres procesiones con la imagen de Jesucristo en la Cruz.

 

 

 

 

 

Por José Ángel Montañés Bermúdez. Publicado el 9 de septiembre de 2025

 

 

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Una de las tres procesiones que se hicieron con la imagen del Santo Cristo en 1944, el año en el que la Hermandad recuperó su actividad tras el parón de la Guerra Civil. En la imagen aparecen muchos de los villapalacenses que participaron, las autoridades civiles y religiosas y la banda de música de Bienservida que ese año estuvo presente en casi todos los actos que se programaron en las fiestas. / FOTO DE AUTOR DECONOCIDO

 



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La cofradía del Santo Cristo de la Veracruz de Villapalacios está vinculada con esta localidad desde sus orígenes. Cuando en septiembre de 2023 fui nombrado Hermano Honorario de la actual Hermandad del Santo Cristo glosé, brevemente, su historia vinculada con el culto a la Vera Cruz que se extendió por Occidente y llegó a España a partir del siglo XV de la mano de los monjes franciscanos guardianes de Tierra Santa. Primero en sus monasterios y luego en lugares vinculados con ellos, como capillas, ermitas y hospitales, como el de Villapalacios, dedicado a Santa Úrsula, en la que se acogía a pobres y mendigos, viajeros, desamparados de todas las edades y moribundos. Unos religiosos relacionados con uno de los juegos genuinos de nuestro pueblo: el de la Taza (que se juega en honor del Santo Cristo, entre lo contrafuerte de la iglesia de San Sebastián). Una cofradía que contaba con un buen número de propiedades agrícolas y rentas en el siglo XVIII, como se puede ver en el informe del Catastro de la Ensenada de 1753.

Los años de conflicto que se vivieron en la Guerra Civil (1936-1939) supusieron una ruptura con todo lo anterior. También con el hecho y la práctica religiosa. Pasado el enfrentamiento, durante los primeros años de la dictadura, en los que se vivieron un férreo control de la moral y la costumbres por parte de los nuevos dirigentes, se recuperaron ciertas costumbres y rituales religiosos.

Como las antiguas cofradías que desaparecieron durante las desamortizaciones del siglo XIX que acabaron con los privilegios (sobre todo económicos) que gozaban estas asociaciones.

En 1939, como se publicó hace unos años en esta misma web, se recuperó la Hermandad de la Virgen del Rosario. Y en 1944, la Hermandad del Santo Cristo promovida por el párroco Valentín Moreno Marín, que ejerció como párroco en Villapalacios durante 17 año, entre el 21 de abril de 1939 y el 8 de noviembre de 1956. Lo sabemos por el Reglamento de la Hermandad del Santo Cristo de la Agonía que se imprimió en un pequeño librito 16 páginas en el que se recogen los principales puntos que la han de regir.

 

 

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El sacerdote don Valentín Moreno con la familia Quijano durante una romería a San Cristóbal. Arriba, de izquierda a derecha: Joserra, Fabiana, Jesús Quijano, Valentín Moreno, Campos Quijano y María Luisa Moreno, hermana de don Valentín. En el centro, a la derecha: Joaquina, de Gabriel y Joaquina Resta. Abajo, de izquierda a derecha: Juan Quijano y los niños Emilio, Jesús, Encarnita y Gabriel. / ALBUM FAMILIAR QUIJANO RESTA. FOTO PUBLICADA POR JESÚSQUIJANO EL 28 DE OCTUBRE DE 2020 EN EL GRUPO DE FACEBOOK 'DEL HOYÓN AL HUECO Y DEL CIENTO A MATACENILLAS'.

 

 

El librito, que ha llegado hasta nosotros gracias a la donación por parte de Enriquetina Rodríguez de uno de los ejemplares, es un documento clave para entender la religiosidad de este momento. Fue impreso en 1945 en la Imprenta Enrique Montesinos de la calle Martínez Villena, 11 de Albacete, después de ser aprobado el 28 de abril de ese año por Manuel de la Fuente, teniente Vicario General del Arzobispado de Toledo, tras ‘encontrarlo ajustado a la norma canónica y a las disposiciones recientemente dictada por el Excmo. señor arzobispo’.

 

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Imágenes de las páginas del librito impreso en 1945 con las normas de la hermandad.

 

 

Analicemos su contenido:

El Reglamento de la Hermandad del Santo Cristo de la Agonía consta de 9 capítulos y 39 artículos.

En el capítulo I, y pese al título de la ‘Agonía’, se asegura que la hermandad se llama del ‘Santísimo Cristo’, como en la actualidad. Y su finalidad es ‘el amor a Jesucristo Crucificado’. Según el reglamento, la hermandad no se podrá disolver mientras hubiera 10 hermanos dispuestos a continuarla, por lo que se asegura su continuidad a lo largo de los años, a no ser por un caso extremo.

El objetivo, según se recoge es, además, ‘ayudar económicamente a las familias, en los gastos de funeral, caso de fallecimiento de algún socio’.

La hermandad contaba con un fondo social formado por la cuota de los hermanos, donativo de los voluntarios y otros recursos, de los que ‘luego se hablará’, según se recoge, aunque no se vuelve a entrar en el tema nunca más.

La Junta de Gobierno de la hermandad estará formada por un presidente, que será el ordinario de la diócesis o la persona a quien delegue, un depositario, un secretario interventor y dos vocales.

En el capítulo II se habla del papel de los hermanos. Se asegura que podrán pertenecer a ella todo individuo, sin hacer distinción de sexos, que reúna las condiciones señaladas en el reglamento.

Se diferencia entre socios ‘numerarios’ y ‘protectores’. Los primeros son los que los que forman parte de la hermandad con derecho a disfrutar de sus beneficios. Los segundos, aquellos que con sus cuotas y donativos contribuyen al sostenimiento de la hermandad sin participar de ellos.

¿Y cuáles eran los requisitos para poder ingresar en esta hermandad, además de 'cumplir habitualmente con los deberes religiosos obligatoria a todo cristiano'?:

Para ingresar en la hermandad solo bastaba pedirlo a la Junta, pagar las cuotas y manifestar estar conforme con las disposiciones del Reglamento. Se tenía que solicitar por escrito al presidente, figurando nombre y apellidos, edad, domicilio y ocupación.

La cuota para todos los hermanos era de 5 pesetas anuales, más 3 pesetas más trimestrales, que habrá que pagar, como ahora, con puntualidad cuando el cobrador les presente el oportuno recibo.

Ningún hermano podrá recibir beneficio alguno si no habían transcurridos tres meses desde su ingreso. Por el contrario, todos tenían voz y voto en las Juntas Generales desde el momento de ingresar.

Se prohibía, de forma explícita, organizar fiestas profanas como baile, verbenas y conciertos, que no estén en conformidad con el carácter religioso de la asociación,

En el capítulo III se enumeran las obligaciones de los hermanos, como asistir, con el ‘distintivo propio de la hermandad’ (desde hace ya unas décadas un crucifijo metálico colgado del cuello con un cordón morado y un farol con pie) a las procesiones del 14 de septiembre, día de la Exaltación de la santa Cruz, el Jueves Santo y Viernes Santo. También, confesar y comulgar anualmente el día de Jueves Santo y siempre que se encuentre en peligro de muerte. Los hermanos que estén en la población tendrán que acompañar al entierro a los hermanos que fallezcan.

En el capítulo IV se habla de las obligaciones de la hermandad. Como pagar la misa del 14 de septiembre y el sermón que se dé en ella. También costear otros festejos de matiz puramente religioso que acuerde a la Junta general.

La Junta se ocupaba de tener faroles o velas para alumbrar al Santo Viático cuando se administre a un hermano enfermo y designará a los hermanos que lo harán en cada momento. También costeaba el funeral de 3ª clase a los hermanos y si la familia renuncia a hacerlo, se hacía en sufragio de su alma honras fúnebres de 2ª.

El capítulo V está dedicado a las sanciones a los hermanos, como por injuriar o calumniar a los que ejerzan cargos de la hermandad. También a lo que dieran malos consejos para evitar que nuevos hermanos ingresaran. Quien lo hiciera era expulsado sin derecho a reingresar. También aquellos que no cumplieran con las obligaciones fijadas en el Reglamento, o el que llevara 'mal ejemplo de vida o haya sido condenado por un delito'.

El Reglamento estipulaba que se daría de baja a un hermano tras no pagar dos trimestres consecutivos (si no lo solucionaba 24 horas después de ser amonestado) y quien se negara a desempeñar el oficio que se le pidiera, sin derecho a reclamación.

En cuanto a la organización de la hermandad el capítulo VI estipula que la Junta general se reunirá dos veces al año: el día de Reyes (para presentar la cuentas) y el día de la Asunción (para ultimar todo lo referente a la misa del día 14) en el sitio y ahora que previamente se determine. Se podrán celebrar juntas extraordinarias siempre que lo disponga la Junta de gobierno o lo soliciten 10 o más hermanos expresando el objeto de la convocatoria.

Para celebrar una Junta general, ordinaria o extraordinaria, era indispensable reunir, al menos, la mitad de los hermanos. Si no se alcanza ese número la junta se celebrará el domingo siguiente, con los hermanos que asistan.

Para ser miembro de la Junta directiva el reglamento estipula que era necesario saber leer y escribir y tener 25 años cumplidos.

En los capítulos VII, VIII y IX se recogen temas de organización y dirección de la hermandad. El presidente era su representante ante todo el mundo. Tenía que hacer cumplir el Reglamento, convocaba y presidía las reuniones de la Junta de Gobierno y firmaba todos los documentos.

El depositario, es el actual tesorero. En ese momento se le pedía una ‘posición económica desahogada con garantías de bienes’. Tenía que controlar el cobro de cuotas, conservar los fondos de la hermandad, llevar los libros de contabilidad y la relación de gastos e ingresos.   

El secretario-interventor llevaba un libro actualizado con los hermanos ordenados por su antigüedad, con su nombre, edad, profesión y el control de la cobranza de las cuotas.

Por último, el cobrador era el que llevaba a cabo el cobro de las cuotas de los hermanos.

En 1944, ya se ha publicado anteriormente, se llevaron a cabo hasta tres procesiones durante la fiestas patronales que se celebraron los días 14, 15 y 16 de septiembre. De ese año es la fotografía que abre eta publicación y que recoge una época en la que no había móviles ni cámaras y todo el mundo estaba pendiente de la única que había. La imagen es una de la más icónicas del pasado de Villapalacios.

 

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vvvvvv Fotografía de la procesión del Santo Cristo de la Veracruz de Villapalacios de 2024. / FOTO JESÚS QUIJANO

 

 

 

 

 

 

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